Friday, April 27, 2007

"Caridad" Moderna Vs. Caridad Cristiana

"Tomemos otro caso; el complicado problema de la caridad, la cual parecía muy fácil a algunos idealistas altamente privados de ella. La caridad es una paradoja, como la modestia y la valentía. Llanamente expresada, caridad significa una de dos cosas: perdonar actos imperdonables o amar gente no amable. Pero si nos preguntamos (como lo hicimos en el caso del orgullo) qué sentiría sobre ese asunto un pagano sensato, probablemente empezáramos por el fondo del problema. Un pagano sensato diría que hay algunas personas a quienes se puede perdonar y otras para quienes el perdón es imposible:, es posible que riera de un esclavo que roba vino; pero mataría y maldeciría aún después de muerto, a un esclavo que traicionara a su benefactor. En tanto que el acto es perdonable, el hombre es perdonable. Esto es racional y aún reconfortante, pero es una dilución de dos cosas. No da lugar al horror por la injusticia, que sentiría un inocente. No da lugar a la simple ternura de los hombres por los hombres, que es el encanto de todo lo caritativo. El Cristianismo intervino como antes. Intervino sorpresivamente con una espada y separó el crimen del criminal. Al criminal debemos perdonarle setenta veces siete. El crimen no debemos perdonarlo en absoluto. No basta que el esclavo que roba vino inspirara en parte ira y en parte bondad. Debíamos estar más furiosos que antes contra el robo y no obstante más buenos que antes con el ladrón. Había lugar para una ira y para un amor desenfrenados. Y cuanto más pensaba en el Cristianismo, más cuenta me daba de que habiendo establecido una regla y un orden, el principal objeto de ese orden, era dar lugar a que se desenfrenaran todas las cosas buenas."

-. Gilbert Keith Chesterton. "Ortodoxia", Cap. VI Las Paradojas del Cristianismo

"...charity means pardoning what is unpardonable, or it is no virtue at all. Charity is the power of defending that which
we know to be indefensible. It is true that there is a thing crudely called charity, which means charity to the deserving poor; but charity to the deserving is not charity at all, but justice. It is the undeserving who require it, and the ideal either does not exist at all, or exists wholly for them.
The pagan age was truly an Eden or golden age, in this essential sense, that it is not to be recovered. That naked innocence of the intellect cannot be recovered by any man after Christianity; and for this excellent reason, that every man after Christianity knows it to be misleading. A good man was a good man; a bad man was a bad man. For this reason they had no charity; for charity is a reverent agnosticism towards the complexity of the soul. For this reason they had no such thing as the art of fiction, the novel; for the novel is a creation of the mystical idea of charity. For them a pleasant landscape was pleasant, and an unpleasant landscape unpleasant. Hence they had no idea of romance; for romance consists in thinking a thing more delightful because it is dangerous; it is a Christian idea. In a word, we cannot reconstruct or even imagine the beautiful and astonishing pagan world. It was a world in which common sense was really common.
Whatever may be the meaning of the contradiction, it is the fact that the only kind of charity which any weak spirit wants, or which any generous spirit feels, is the charity which forgives the sins that are like scarlet.
Every generous person will admit that the one kind of sin which charity should cover is the sin which is inexcusable."

-. Gilbert Keith Chesterton. "Heretics", Chap. XII Paganism and Mr. Lowes Dickinson.

Friday, April 13, 2007

“Jesús de Nazaret”: Síntesis entre fe y ciencia, entre Jesús histórico y Cristo de la fe


Mi siguiente libro a conseguir y leer!!
(Copypasteado de Aciprensa.com)

VATICANO, 13 Abr. 07 / 10:58 am (ACI).- "Jesús de Nazaret”, el libro del Papa Benedicto XVI que saldrá a la venta en las librerías italianas, alemanas y polacas el próximo lunes 16 de abril, día de su 80º cumpleaños, muestra que “para Ratzinger fe e investigación crítica son complementarias y no antagonistas y el Jesús de los Evangelios es el Jesús histórico”, señala un comunicado de prensa de la Editorial Rizzoli encargada de su publicación.

La editorial, encargada por la Libreria Editrice Vaticana de la venta de los derechos del libro en todo el mundo, informa que "Jesús de Nazaret es la primera parte de una obra de dos volúmenes que examina la vida pública de Cristo, desde el bautismo en el Jordán hasta la Transfiguración".

La obra de 448 páginas es “un relato pastoral", que a través de un comentario a los Evangelios, "ofrece una introducción a los principios del cristianismo". Es asimismo, continúa Rizzoli, "un ensayo que conserva el rigor científico que distingue los escritos y discursos del teólogo Ratzinger".

"La preocupación pastoral y la excepcional doctrina teológica del Papa se unen para determinar el tema central de la obra: la convicción de que para entender la figura de Jesucristo es necesario partir de su unión con el Padre", señala.

A este respecto "el método histórico-crítico es indispensable para una exégesis seria y ha puesto a disposición una gran cantidad de material y conocimientos que permiten reconstruir la figura de Jesús con una profundidad que hasta hace pocas décadas era difícil de imaginar, pero solo la fe puede hacernos comprender que Jesús es Dios y si a la luz de esta convicción se leen los textos sacros con los instrumentos facilitados por el método histórico-crítico (...) nos revelan (...) un camino y una figura dignos de fe".

"Para Ratzinger –prosigue el comunicado– fe e investigación crítica son complementarias y no antagonistas y el Jesús de los Evangelios es el Jesús histórico”.

El camino del Papa hacia Jesús

La editorial publica una sinopsis del volumen titulada "El camino del Papa hacia Jesús", que indica que el libro "refleja la búsqueda personal del ‘rostro del Señor’ por parte de Joseph Ratzinger y no quiere ser un documento de magisterio".

Según la nota, para el Santo Padre el antagonismo entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe no es sino una falsa antinomia, pues para Benedicto XVI “en el texto bíblico se encuentran todos los elementos para afirmar que el personaje histórico Jesucristo es también efectivamente el Hijo de Dios venido a la tierra para salvar a la humanidad".

Asimismo explica que "Joseph Ratzinger presenta al Jesús de los Evangelios como ‘el nuevo Moisés’ que cumple las antiguas esperanzas de Israel. Este nuevo y verdadero Moisés debe conducir al Pueblo de Dios hacia la verdadera y definitiva libertad" y "lo lleva a cabo con pasos sucesivos que, no obstante, dejan siempre entrever el plan de Dios en su totalidad".

Respecto a los temas que aborda el Papa en esta obra, Rizzoli indica el del "Reino de Dios"; la oración –al cual dedica un capítulo entero– ; el sentido teológico de las parábolas; los “ejemplos empleados por Jesús para explicar su misterio”: las “grandes imágenes de San Juan”.

En los últimos capítulos del libro, el Pontífice explica “cuál era la verdadera misión del Mesías de Dios y el destino de quienes desean seguirlo", y realiza "un profundo análisis de los títulos que, según los Evangelios, Jesús utilizó para definirse”.

"Junto al hombre de fe, y al teólogo, emerge en el libro el pastor que consigue "favorecer en el lector el crecimiento de una relación nueva con Jesucristo. Desde este ángulo el Pontífice no teme hablar de un mundo que, excluyendo a Dios, y aferrándose solo a la realidad visible y material, corre el peligro de la autodestrucción buscando un bienestar solo material" y renunciando a "llegar a la verdadera libertad en la "Tierra Prometida" del "Reino de Dios", concluye el comunicado.

“Jesús de Nazaret” será traducido en 20 idiomas. La editorial Planeta Colombia será la encargada de la edición para América Latina, mientras que en España lo serán las editoriales Esfera y Claret, en castellano y catalán respectivamente.

Tuesday, April 10, 2007

Comparacion no tan odiosa...

Muy estimado Lic. Sergio Elías:

Gracias una vez más por otro excelente artículo.
(http://www.elnorte.com/editoriales/nacional/733823/)


Estoy totalmente de acuerdo en las diferencia entre nosotros y nuestros hermanos españoles. En lo personal, siempre los he visto como nuestros hermanos mayores; aquí se dio el mestizaje al fin y al cabo. Por esto, más también por el verdadero cariño que les tengo a varios gachupines que conozco, los llamo ‘hermanos’. También les llamo ‘mayores’ por tener más historia y cultura como nación.
En esto último quiero enfocar mis primeras observaciones. Comparado con las naciones de Europa, México es un país joven, en pañales casi. La cultura que nos heredaron los españoles y que los nativos de aquí aceptaron -de eso a tener que rendir sus familias al sacrificio de los dioses Aztecas la verdad no tenía comparación-, nos dio las bases para empezar nuestra propia nación. Realmente nos dieron bastante y yo no comparto la opinión de aquellos que dicen que estábamos mejor antes sin ellos.

Pero me salgo de tema. México es un país infante. A principios del siglo XIX, cuando España, influida ya por las nuevas políticas de centralización, colonialismo y anti-clericalismo de la nueva casa reinante quisieron imponerse en México, el pueblo respondió: “No, gracias.” Lo del rey Fernando fue sólo la excusa, pero valió para levantarse en armas un cura que ya de por sí rebelde al sistema se rebelara ahora con verdadera razón. Aun así no tuvo éxito, la revuelta fue aparatosa, sangrienta y prácticamente fuera de control. Para mí es impresionante como incluso a estas alturas, después de estar casi trescientos años bajo la influencia de España, todavía ni siquiera aprendíamos a levantarnos en armas como Dios manda. Sin embargo el movimiento tuvo permanencia, era popular al fin y al cabo, más la sociedad mexicana no tenía muchas ganas de pelear y buscaban soluciones pacíficas al conflicto, salvo los más pobres (espero que se note el paralelo con la actualidad) que por sus circunstancias sus reclamos estaban más a flor de piel. La solución vino con Agustín de Iturbide que, con la promesa de dar continuidad al sistema que nos tenía tan a gusto, se declara emperador. México iniciaba su nacimiento como nación. Pero seguramente nadie esperaba un parto tan doloroso. Vino el período de la anarquía por décadas que parecían no tener fin. Invasiones, prácticamente todas por razones injustas o estúpidas (Estados Unidos con su expansionismo xenófobo, Francia con sus pasteles). Después la Reforma que, ¡Oh ironía!, resultó contener varias de las razones por las que México se había independizado para empezar (y que dicho sea de paso, varias de ella ahora ya tampoco están vigentes). Todo para desembocar en una Revolución que dio pie a un régimen institucional autócrata que duró más de 70 años.

Con esto concluyo mi fase expositiva y doy inicio a mi argumento. La historia de México tiene una serie de patrones interesantes. El que más me llama la atención es cómo se ha dado todo como balbuceos de niño tratando de decir sus primeras palabras. Siendo la Reforma una de sus primeras, la menos entendible, y la Revolución como la segunda. Los setenta años fueron un período formativo. No voy a llegar tan lejos como para decir que ‘eran necesarios’ esos años formativos ni los de anarquía siquiera -para mí el determinismo es una cadena que al estar ajustada a cosas ajenas a la realidad se vuelve cruelmente inhumana-. Pero lo que sí me atrevo a decir es que México esta en pañales y se toma su tiempo. Nuestra insípida democracia (aquella donde hay votaciones pero el ganador quiere imponer su decisión a como dé lugar y sin consensos) es muestra de esto.

Puede ser que España haya avanzado mucho (y retrocedido en otros aspectos como el religioso y moral) pero sobre la comparación entre ésta y México hay tres factores que no podemos dejar de tomar en cuenta:

En primer lugar, que tiene una experiencia, historia y cultura muchísimo más ricas y con alcances mucho más profundos que los de México. Por lo tanto tiene amplios tesoros a los cuales recurrir por más desesperada o constreñida que una situación parezca, sea la situación, histórica, cultural o incluso religiosa. Es más, por tener esos recursos, tiene menos excusa que México para salir de sus problemas.

En segundo lugar, el PRI en México no fue una dictadura personal, fue un régimen institucionalizado, no una dictadura en sí. Tiene sentido que las reformas hacia la democracia tarden y más todavía al ver lo no-democrático que ha sido México en su experiencias pasadas. No estamos familiarizados con el sistema. Con esto quiero decir que no lo hemos adaptado del todo a nuestras circunstancias específicas. No estamos a gusto con ella porque no se trata de acostumbrarse a ella, sino a encontrar un equilibrio entre ella y nuestra nación. No es la receta secreta. Es, como dijo Churchill el 11 de noviembre de 1947 en la Casa de los Comunes: “El peor de sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han intentado de cuando en cuando.”

Finalmente y como conclusión, la dictadura del Generalísimo Francisco Franco fue, comparada con la anarquía, Reforma, Revolución y el PRI de México, fue realmente un pequeño instante en la historia de España. Y hasta a ese ‘instante’ le sacaron partido sin duda, y hasta no dudaron en regresar la monarquía a su sitio, con cambios por supuesto, pero no sin función. En eso es donde se nota esa riqueza de experiencia, cultura, historia, religiosidad, etcétera.
Más cándidamente, para mí es notorio que en ese momento los líderes españoles estaban de alguna manera ‘inspirados’.
El resultado no es menos que sorprendente.

¡Un abrazo!

Muy atenta y agradecidamente, su ex-alumno de la Libre:

Lic. Jorge Humberto Padilla Leal.