Tuesday, April 10, 2007

Comparacion no tan odiosa...

Muy estimado Lic. Sergio Elías:

Gracias una vez más por otro excelente artículo.
(http://www.elnorte.com/editoriales/nacional/733823/)


Estoy totalmente de acuerdo en las diferencia entre nosotros y nuestros hermanos españoles. En lo personal, siempre los he visto como nuestros hermanos mayores; aquí se dio el mestizaje al fin y al cabo. Por esto, más también por el verdadero cariño que les tengo a varios gachupines que conozco, los llamo ‘hermanos’. También les llamo ‘mayores’ por tener más historia y cultura como nación.
En esto último quiero enfocar mis primeras observaciones. Comparado con las naciones de Europa, México es un país joven, en pañales casi. La cultura que nos heredaron los españoles y que los nativos de aquí aceptaron -de eso a tener que rendir sus familias al sacrificio de los dioses Aztecas la verdad no tenía comparación-, nos dio las bases para empezar nuestra propia nación. Realmente nos dieron bastante y yo no comparto la opinión de aquellos que dicen que estábamos mejor antes sin ellos.

Pero me salgo de tema. México es un país infante. A principios del siglo XIX, cuando España, influida ya por las nuevas políticas de centralización, colonialismo y anti-clericalismo de la nueva casa reinante quisieron imponerse en México, el pueblo respondió: “No, gracias.” Lo del rey Fernando fue sólo la excusa, pero valió para levantarse en armas un cura que ya de por sí rebelde al sistema se rebelara ahora con verdadera razón. Aun así no tuvo éxito, la revuelta fue aparatosa, sangrienta y prácticamente fuera de control. Para mí es impresionante como incluso a estas alturas, después de estar casi trescientos años bajo la influencia de España, todavía ni siquiera aprendíamos a levantarnos en armas como Dios manda. Sin embargo el movimiento tuvo permanencia, era popular al fin y al cabo, más la sociedad mexicana no tenía muchas ganas de pelear y buscaban soluciones pacíficas al conflicto, salvo los más pobres (espero que se note el paralelo con la actualidad) que por sus circunstancias sus reclamos estaban más a flor de piel. La solución vino con Agustín de Iturbide que, con la promesa de dar continuidad al sistema que nos tenía tan a gusto, se declara emperador. México iniciaba su nacimiento como nación. Pero seguramente nadie esperaba un parto tan doloroso. Vino el período de la anarquía por décadas que parecían no tener fin. Invasiones, prácticamente todas por razones injustas o estúpidas (Estados Unidos con su expansionismo xenófobo, Francia con sus pasteles). Después la Reforma que, ¡Oh ironía!, resultó contener varias de las razones por las que México se había independizado para empezar (y que dicho sea de paso, varias de ella ahora ya tampoco están vigentes). Todo para desembocar en una Revolución que dio pie a un régimen institucional autócrata que duró más de 70 años.

Con esto concluyo mi fase expositiva y doy inicio a mi argumento. La historia de México tiene una serie de patrones interesantes. El que más me llama la atención es cómo se ha dado todo como balbuceos de niño tratando de decir sus primeras palabras. Siendo la Reforma una de sus primeras, la menos entendible, y la Revolución como la segunda. Los setenta años fueron un período formativo. No voy a llegar tan lejos como para decir que ‘eran necesarios’ esos años formativos ni los de anarquía siquiera -para mí el determinismo es una cadena que al estar ajustada a cosas ajenas a la realidad se vuelve cruelmente inhumana-. Pero lo que sí me atrevo a decir es que México esta en pañales y se toma su tiempo. Nuestra insípida democracia (aquella donde hay votaciones pero el ganador quiere imponer su decisión a como dé lugar y sin consensos) es muestra de esto.

Puede ser que España haya avanzado mucho (y retrocedido en otros aspectos como el religioso y moral) pero sobre la comparación entre ésta y México hay tres factores que no podemos dejar de tomar en cuenta:

En primer lugar, que tiene una experiencia, historia y cultura muchísimo más ricas y con alcances mucho más profundos que los de México. Por lo tanto tiene amplios tesoros a los cuales recurrir por más desesperada o constreñida que una situación parezca, sea la situación, histórica, cultural o incluso religiosa. Es más, por tener esos recursos, tiene menos excusa que México para salir de sus problemas.

En segundo lugar, el PRI en México no fue una dictadura personal, fue un régimen institucionalizado, no una dictadura en sí. Tiene sentido que las reformas hacia la democracia tarden y más todavía al ver lo no-democrático que ha sido México en su experiencias pasadas. No estamos familiarizados con el sistema. Con esto quiero decir que no lo hemos adaptado del todo a nuestras circunstancias específicas. No estamos a gusto con ella porque no se trata de acostumbrarse a ella, sino a encontrar un equilibrio entre ella y nuestra nación. No es la receta secreta. Es, como dijo Churchill el 11 de noviembre de 1947 en la Casa de los Comunes: “El peor de sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han intentado de cuando en cuando.”

Finalmente y como conclusión, la dictadura del Generalísimo Francisco Franco fue, comparada con la anarquía, Reforma, Revolución y el PRI de México, fue realmente un pequeño instante en la historia de España. Y hasta a ese ‘instante’ le sacaron partido sin duda, y hasta no dudaron en regresar la monarquía a su sitio, con cambios por supuesto, pero no sin función. En eso es donde se nota esa riqueza de experiencia, cultura, historia, religiosidad, etcétera.
Más cándidamente, para mí es notorio que en ese momento los líderes españoles estaban de alguna manera ‘inspirados’.
El resultado no es menos que sorprendente.

¡Un abrazo!

Muy atenta y agradecidamente, su ex-alumno de la Libre:

Lic. Jorge Humberto Padilla Leal.

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